Dice la leyenda de Sant Jordi que hace mucho tiempo había un dragón
monstruoso, con las garras largas aliento de fuego.
Este dragón hacía
huir al pueblo, mataba la gente con su aliento se comía las personas
vivas. Los
ciudadanos, sin ninguna solución a este problema, decidieron darle dos
ovejas cada día per para llenar su barriga.
Cuando acabaron las
ovejas, le dieron vacas ,bueyes y todos los animales que tenían, hasta
que se quedaron sin.
Entonces el Rey convocó todo el pueblo a una
reunión, donde decidieron
que, harían un sorteo y le darían al dragón, una persona cada día,
porque se la comiese.
Un día, por mala suerte, le tocó a la hija del
rey, y él todo lloroso dijo:
– Perdonad a mi hija y, a cambio, os daré
todo mi oro, mi plata y la mitad de mi reino, pero os lo pido por favor,
dejad a mi hija.
La gente del pueblo, se negó, ya que el dragón ya se
había comido, hijos, padres, abuelos, tíos y tías.
El Rey pidió ocho
días para llorar a su hija, antes de que el dragón la comiera.
Llegado
el día, el rey la vistió y la dejó delante de la cueva cerca del dragón.
Pero
de repente, cuando el dragón, ya abría su gran boca para comerse de un
mordisco la princesa, apareció, cabalgando sobre un caballo marrón y con
su lanza y su escudo dorados, el caballero Sant Jordi, para salvar a la
princesa de las garras de aquel enorme dragón.
Aquel caballero alzó su
larga lanza de una vez embistió el dragón, que cayó al suelo desplomado,
con la lanza clavada en el centro del corazón.
De
repente, de la sangre del dragón que le caía cuerpo abajo salió un
rosal, con unas rosas que brillaban con el esplendor del sol, y de
repente, el caballero Sant Jordi en cosechó una, la más bonita de todas,
fue a la princesa y le dio en señal de amor.
El rey le pidió que se casara con su hija y que le daría todo su oro y
la mitad del reino.
Pero el caballero agradeciendo el ofrecimiento,
marchó sobre su caballo diciendo que debía continuar con su labor de
caballero matando monstruos y entregando de daño a la gente del mundo.
Desde aquel día la gente del pueblo vivió tranquila.
Es por eso que
el día de Sant Jordi los hombres regalan una flor a la persona que más
quieren, y las mujeres un libro.
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